viernes, 25 de septiembre de 2009

La salvación del sueño

Ser capaz de escapar aunque sea por un instante de la realidad en la que vivimos, ¿Quién no lo desea?. Quién no desea evadirse por unos minutos, o unas horas de los problemas, de las situaciones que oscurecen nuestras mentes y limitan nuestra capacidad de sonreír a la vida.

Tantas veces nos han dicho, y por lo tanto hemos escuchado que de ilusiones no se vive. Pero no creo que debamos creer en esa afirmación, quizá de ilusiones también se viva.

Las ilusiones, al igual que los sueños, que en muchas ocasiones no son más que el reflejo de nuestros deseos más ocultos o las revelaciones de nuestros subconscientes, puede que no produzcan un cambio real o tangible en nuestras vidas, que también podría suceder (¿Por qué no?), pero lo que no se puede negar es que alimentan nuestra alma y nuestra mente.

Si no soñamos, si no nos ilusionamos ¿Qué clase de vida tenemos? Son algunas de las pocas cosas que no nos pueden arrebatar y que siempre nos pueden acompañar.

Una persona privada de sueños, podríamos decir que es una persona privada de metas, de ilusiones y de avances en su vida. Quizá una vida vacía, una vida sin aspiraciones y por lo tanto sin mejora alguna en el transcurso de la misma.

Hubo un período en mi vida en que quise creer y pensé que quizá era mejor no tener sueños e ilusiones, ya que sino existen no pueden desaparecer, por lo tanto no se rompen sueños ni llegan las desilusiones y evitas el sufrimiento resultante. Pero para llegar a ello hay que pagar un alto precio: la frialdad.

La frialdad, mascara impasible e impenetrable, coraza de dura piedra que esconde tu verdadero rostro y tus sentimientos. Llegados a ese punto, no queda más que preguntarse ¿Cuál de las dos opciones es la válida? ¿Cuál de estas dos opciones es la correcta? ¿Debes permitirte vivir en un mundo sin sueños e ilusiones? ¿O debes vivir detrás de la coraza?

Quizá no haya que elegir y lo correcto sea simplemente una conjunción de las dos opciones, o quizá algunos piensen que para vivir de verdad es necesario soñar e ilusionarse al igual que desilusionarse desechando la segunda opción o viceversa.

Lo cierto es que hay días que sueño despierta y me abstraigo de todo lo que esta sucediendo a mi alrededor. Otros días en cambio, estoy deseando llegar a casa, meterme en la cama y vivir de mis sueños. Olvidarme de todo lo demás, de lo sucedido a lo largo del día, del cansancio o de aquellas cosas motivo de mi preocupación.

Lo cierto es que muchas veces creo un mundo alternativo y diferente, ideal, que considero perfecto, en el que la felicidad es la bandera. Quizá nunca llegue a conseguir lo que deseo en esos sueños, o quizás si, pero de momento no pienso renunciar a ellos...

Esteé

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