domingo, 4 de abril de 2010

Cambios de aires

Desde el mismo punto voy observando como las cosas cambian a mi alrededor, como mejoran, empeoran y vuelven a mejorar más tarde, porque se dice que tras la tempestad viene la calma y que después de algo malo llega algo mucho mejor.
Pero en este momento, en este lugar siento que sigo en el mismo punto, que no avanzo y ni si quiera se si estoy haciendo por intentarlo, si lo quiero de verdad o lo pretendo tan solo.

Cuando cambian los aires a mi alrededor, en mi entorno, me pregunto por qué no lo hacen para mi y lo cierto es que me lamento, me atormento y no lo comprendo. Se que todo sigue su curso, que las cosas deben cambiar, se que no quiero la monotonía y el estancamiento, que no deseo la mediocridad, pero no se si eso importa o cuenta, si se valora, si cuenta el esfuerzo, la voluntariedad y las ganas o es el puro destino que gira hacia dónde quiere sin más.

Es por ello que me pregunto ¿Por qué me limito a observar? ¿Por qué no paso a actuar? Y es entonces cuando me doy cuenta que observar es más seguro, que no supone arriesgar y que mientras veo la acción, las causas y consecuencias, no formo parte del riesgo de la interacción. El actuar supone cambios y no estoy segura de estar preparada para cambiar, para dejar la seguridad del momento que no me aporta nada especial, que no me emociona, que no me hace especialmente feliz, pero tampoco supone sufrir.

No se lo que espero, o si estoy esperando, no se si es porque no lo intento o porque no llego el momento. Lo peor del momento es la incertidumbre del paso del tiempo. Si ese tiempo servirá para crecer, avanzar y dejar de temer el porvenir, o si seguiré siendo como un sol entorno al cual gira incesante el mundo.

En ocasiones me planteó, si realmente estoy esperando a que el cambio me venga a buscar, si espero que el mundo se detenga por mi, si aún soy tan ilusa para pensar que un día una nueva vida, de deseos cumplidos, emocionante y feliz, llamará a mi puerta para cambiar todo aquello de lo que me quejo, pero no hago nada por modificar.


Necesito un cambio de aires, necesito comenzar a andar sin pararme a pensar en los riesgos, consecuencias o el resultado final. Pero aún hay más, y tras parar a leer la frase anterior, me he dado cuenta que utilizo la palabra riesgo, como sinónimo de consecuencias o de resultado final. ¿Es curioso? ¿Por qué? Estoy suponiendo que todo cambio me supondrá un riesgo, que toda consecuencia será arriesgada y que todo resultado final será negativo.

¿Es necesario tantas suposiciones? Es necesario actuar, porque el que no arriesga no gana, pero... pero tampoco pierde. Porque me dedico a escuchar a todo el que lo necesita y a aconsejar cuando me lo piden, pero, sin embargo, no soy capaz de aplicarme lo que yo misma considero como adecuado.

En el momento en que cambiaron los aires para traerme hasta aquí, deduje que esa nueva forma, esa nueva esencia y ese nuevo momento era el ideal, ya que había sido éste el que me había retirado del ámbito que tanto sufría. Supuse que el mantener ese nuevo momento me liberaría de todo lo demás y dejaría atrás el pasado. Sin embargo, el mantener ese momento también me libera del futuro, porque no dejo que llegue, no lo dejo avanzar, lo alejo de mi para que no me llegue a dañar.

Quiero un cambio de aires, pero aún más importante deseo querer un cambio de aires..

Esteé