lunes, 30 de noviembre de 2009

Momentos

Hay momentos en los que la insignificancia se apodera de nosotros, momentos en que no comprendes y mirando lo que tienes alrededor te crees tan pequeña que te invade un sentimiento de profunda inquietud.

Hay días y días, algunos de ellos en que ni siquiera cuentas con la capacidad de decidir, sino que todo viene impuesto, es la regla y tú el peón que da cada paso con cuidado de respetar todas y cada una de ellas.

Momentos en los que piensas que "Nada merece la pena", que "todo es más de lo mismo", "que no existe la novedad, ni la felicidad absoluta".

En los que no te atreves a expresar tus sueños, porque los sientes inalcanzables y sabes que los demás, con una sonrisa en su rostro, te dirán que todo es un desvarió, que vives de ideales imposibles e inexistentes, y también sabes que se abstendrán de decir que, están pensando lo ridículo que creen que es lo que les narraste.

Lo que no saben es que todo sueño es valido, y ninguno ridículo, que no existen imposibles, ni tampoco inalcanzables; Que es mejor tener metas, que no noches sin sueños.

No nos damos cuenta de que otra persona no puede determinar o categorizar un sueño de ridículo, y si lo hace puede que sea porque renuncio a los suyos y prefirió perder la batalla antes de empezarla, quizá porque su cobardía es su bloqueo personal.

Estas personas, vivirán en la oscuridad a tiempo completo, días de sombras y noches de ceguera. Y es que los sueños tienen color, y la realidad en ocasiones es en blanco y negro.

Hay momentos en los que pienso cuál es mi razón y dónde esta. No quiero la normalidad como bandera de mi existencia, quiero que mi razón sirva para algo más, quizá algo valioso e importante.

Momentos de inseguridad por la elección de caminos, por el miedo a errar, a equivocarse, aunque después te das cuenta que para aprender hace falta errar, y aprender es avanzar.

Momentos de tristeza, en los que no ves más haya de aquello que te hiere y te daña, en lo que todo se vuelve gris y la niebla te impide avanzar. Es la imposibilidad de movimientos, el dolor en el pecho, las lágrimas en los ojos y un peso en el alma.

Momentos de quietud, en los que solo quieres la tranquilidad y la calma que el silencio puede aportarte.

Momentos para el enfado, para la rabia y la ira contenidas de todos esos momentos que despiertan tus ganas de gritar, de dejar todo a un lado y comenzar a andar sin pararte a mirar si en verdad dejas algo atrás.

Momentos para recordar y para olvidar. Quizá cosas que no quieras recordar, puede que recuerdos que tuvieses olvidados y te sienta bien recuperar, recuerdos tristes y recuerdos alegres.

Momentos para sonreír, para ver el mundo de otra manera con todos los sentidos y percibir todos sus colores, sus aromas y observar todo lo observable.

Momentos para sentirte feliz rodeado de todas esas personas que de verdad te aprecian, que te quieren, que están a tú lado tanto en las buenas como en las malas. Felicidad por los momentos que compartimos, por las risas conjuntas, por los pensamientos alocados y por la posibilidad de experimentar un nuevo día.

Hay miles y millones de momentos por experimentar, por vivir, por sentir y por compartir. Momentos por los que merece la pena vivir y momentos por los que desearías desaparecer de la faz de la tierra.

Momentos que esperas y momentos de espera, momentos que evitas y momentos que deseas, momentos que quieres y momentos que odias, pero a pesar de todo, son tus momentos, tus experiencias, tu historia de vida, son lo que eres y eres lo que son...

Esteé

martes, 10 de noviembre de 2009

Dame razones

Es el comienzo de un nuevo día, otro comienzo sin razones, sin motivos, ni motivaciones, un día que no difiere del resto y que por tanto se acumula en el rincón de mi memoria reservado para la cotidianeidad, lo repetitivo. Es uno de aquellos de los que siempre hay más.

¿Qué es una vida sin razones? ¿Qué es un año sin ellas? ¿Y meses, semanas, días, horas, minutos o segundos sin ellas? Es la mera deambulación, sin ser conocido, ni comprendido de aquel que pasa desapercibido.

Ahora soy yo la que escribo lo que siento y pienso, lo que pienso y razono, y es que razono sin tener razones.

Por eso, dame razones para abrir los ojos un día más y atreverme a mirar al vacío que supone éste sin más, a su desconocimiento y a la ignorancia ante lo inminente.

Dame razones para ponerme en pie y dar los primeros pasos del día, de la mañana, que me llevaran a afrontar nuevas situaciones que quizá desconozca, tema u odie.

Dame razones para vivir el presente que supone la palabra HOY y no sumirme en el recuerdo del pasado y en la oscuridad que implica.

Dame razones para olvidar lo doloroso del pasado y comenzar a escribir una nueva historia que contenga la palabra FELICIDAD.

Dame razones para creer en el amor y en lo que esto significa, si la verdad del mismo es generalmente dudosa, relativa y desconocida:
Dudosa por su escasa probabilidad de ser verificada y por la difícil credibilidad de la misma,
Relativo a aquel que lo siente,
Y desconocido para la otra parte.
Como dijo Pascal: "El corazón tiene razones, que la razón no entiende".

Me gustaría tener razones para vivir sonriendo, para afrontar cada nueva situación con ilusión, ganas y esperanza.

Quiero las razones suficientes para creer en lo que veo, oigo y siento sin tener que cuestionar cada una de estas cosas y su credibilidad. Así es, porque me lo enseño el tiempo y la experiencia y es que mi personalidad y yo somos ella.

Mi desconfianza me hace buscar los más mínimos detalles que finalmente acaban rondando mi mente y atormentándola porque no encuentra explicación, ni razón.

Necesito tener razones para buscar la novedad, la aventura y avanzar, porque sin ellas es más cómodo quedarse sentada esperando por lo que llegará, siempre en el mismo punto y sin nada más. Pero no, yo no me sentaré a esperar, porque eso significaría rendirse y un final por conformidad.

Hay más, no tiene por que terminar y solo tienes que dejar de mirar atrás.

Esteé