domingo, 1 de agosto de 2010

Huellas sobre la arena

Andaba sin rumbo, sin saber muy bien a dónde me dirigía, ni que estaba buscando, simplemente necesitaba una vía de escape. Todo a mi alrededor parecía borroso, confuso, poco definido, quizá porque no prestaba la suficiente atención o porque tenía sensación de gran soledad.
Vagaba por las calles con la esperanza de encontrar algo que cambiase las sensaciones y sentimientos que me embargaban. No quería pensar, no deseaba traer a mi mente recuerdos que aumentarían los sentimientos por lo que ahora me veía colapsada: tristeza, melancolía y desesperanza. Estaba huyendo estaba haciendo lo que siempre me dije que no haría, pero no soportaba sentarme a esperar, es más, no quería hacerlo.
Quería creer que con cada paso que daba, no sólo estaba un paso más lejos de mi casa, sino un paso más lejos de mis problemas y de lo que no quería evocar.

Seguía caminando, y de repente sentía la necesidad de mirar a mi alrededor y de fijarme en todo aquello que iba dejando atrás, todo ello con la esperanza de mantener a raya las cuestiones a solucionar. Sabía que tendría que pararme a tomar decisiones, a sopesar, pero por esta vez prefería retrasar el momento cuanto fuese posible, para de este modo encontrarme más preparada para afrontarlo.
Me quede observando a un hombre sentado sobre un banco de madera orientado hacia el paseo marítimo, un hombre con la mirada perdida y que parecía sumergido en sus propios pensamientos y en sus dilemas. Cuando pasaba a su lado levanto la mirada y me observo fijamente, al instante me sonrió. Yo sin saber porqué hice lo mismo, le respondí con otra sonrisa y ahora me preguntó o más bien tengo la certeza, de que ese hombre vio en mi rostro lo mismo que yo vislumbre en el suyo: preocupación.

Cuando quise darme cuenta estaba junto a la playa y decidí bajar para caminar un rato por la arena. Era agradable la sensación de caminar sobre la arena mojada por las olas que rompen en la orilla. Durante un rato me olvide de todo y solo me concentre en el agua helada que mojaba mis pies y en como éstos iban dejando un surco en la arena, a medida que iba perdiendo de vista el lugar por el cual había descendido a la playa. Marcaban mi camino, el que había seguido para llegar hasta la posición en la playa en la que ahora me encontraba. Sin embargo, ese rastro desaparecería progresivamente a causa de la subida de la marea.
Se me hizo difícil no encontrar un símil a este hecho y me pregunte, si mi paso por este mundo y por la vida de todas las personas que me conocen o me conocieron desaparecerá como las huellas de mis pies sobre la arena. Deseaba con todas mis fuerzas que no fuese así.

Pensé que ya había llegado el momento de detenerme a pensar, de modo que tome asiento en la arena mirando al mar. No había gente caminando por la playa, solo un par de chicas sentadas a varios metros de dónde yo me encontraba que charlaban animadamente entre ellas.
Todo estaba en calma, se oían los coches circular un poco más arriba, en la carretera y el romper de las olas sobre las rocas que se situaban a ambos lados de la playa. Atenta a lo que había a mi alrededor y decidida a pensar en lo que me había llevado hasta allí, me hice las preguntas más importantes y que probablemente debería haberme formulado con anterioridad: ¿Merece la pena el motivo? ¿Es razón suficiente para hacerme pensar? ¿Para preocuparme o hacerme sentir mal? Decidí que no. No debía dedicarle mi tiempo, ni espacio en mi mente, debía apartarlo y continuar, aunque ello no significaba que estuviese menos inquieta.

Tras esta experiencia que ocurrió hace ahora seis años, hoy procuro no mirar al pasado y no rememorar motivos de tristeza o de preocupación. Soy más consciente de que ese día no había nada que pensar o por lo que debiese debatirme, no había que apenarse por cosas que quedaron atrás -aunque es inevitable que en ocasiones se asomen a nuestra memoria para hacer una visita; a veces deseada y otras no tanto.
Pero en esta situación puedo dejar volar mi imaginación para abstraerme de la mención del pasado. Me proporciona un lugar especial y por supuesto, deseado y anhelado. Un lugar en el que las huellas de mis pisadas sobre la arena no desaparecen.

Dejaré mis huellas bien marcadas sobre las arenas que transite...

Esteé

5 comentarios:

  1. ¿Escribís varias personas este blog?

    Encantada.

    Vc.

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  2. En principio esa era la idea y una de ellas si escribió al inicio, pero mis amigas lo han ido olvidando y ahora solo escribo yo, aunque espero que se reincorporen en algún momento.

    Igualmente.

    Esteé

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  3. Me gusta tu blog. Es muy vívido, es muy personal. Algo muy autobiográfico. un saludo!

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  4. Tú sí que has dejado las huellas
    bien marcadas en mi.. :-)

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